lunes, 9 de julio de 2012

Cuento 6. La cometa.



La cometa.

Aquel día el viento soplaba con una fuerza inusual.
La calle estaba desierta. La gente había ido a resguardarse en sus casas, y desde la seguridad de su hogar se asomaban infinitas cabezas por las ventanas de la ciudad, que miraban expectantes y con temor el pasar de ese extraño día.
Había en el ambiente una preocupación generalizada.
Se oían sirenas, alarmas de coches, ambulancias, y las noticias apenas informaban de otra cosa que no fuera, de los accidentes que había causado y estaba causando el mal tiempo.
Pero alguien parecía ajeno a todo eso, y al contrario que los demás se encontraba feliz y deseoso de llevar a cabo su idea.
Iván vive con su abuela y su madre en un bloque de pisos en el que apenas se ve otra cosa a su alrededor que no sean más edificios, parece que la naturaleza se ha escondido, o a huido muy lejos de ese lugar. El desde su habitación solo alcanza a ver un par de árboles que hay plantados en el parque cercano a su colegio, y eso le entristece.
Hecha de menos el sol, hecha de menos la luz reflejada en su ventana desde primeras horas de la mañana, hecha de menos el campo, hecha de menos el aire puro.
Antes vivían el, su madre y su padre, en una casa de campo y iba al colegio montado cada día en su  bicicleta. Paseaba largas horas por los alrededores sin temor de que los coches pudieran atropellarlo. Se podía dedicar a contar insectos, coleccionar hojas, hacer de buscador de tesoros. Pero desde que sus padres se habían separado su vida había dado un giro tremendo y su existencia se había vuelto gris y triste al igual que el. Sus ojos habían perdido la alegría parecía que los edificios no habían hecho otra cosa más que nublarle la vista y atormentarle el corazón.
Se había vuelto un niño enfermizo y melancólico, y pesé a los esfuerzos de su madre y su abuela, Iván no mejoraba  ni su estado anímico, ni su salud.
Desde que se trasladaron a la ciudad, las visitas a urgencias y al pediatra se convirtieron en una rutina, acabando por diagnosticarle un sinfín de alergias y problemas respiratorios.
Su madre se sentía responsable del estado de físico y mental en el que se encontraba su hijo y se culpaba así misma por no a ver sido más fuerte y a ver insistido en que era ella, la que debía quedarse con la casa. Pero se encontraba abrumada por todo lo sucedido con su marido y las decisiones que había tomado en ese momento se respaldaban en gran parte por el rencor que sentía hacía el que hasta entonces había sido su esposo y el urgente deseo de escapar de todo lo que le recordara a el.
Iván no entendía porqué sus padres se habían separado ni por qué el tenia que vivir con su madre y su abuela en la ciudad. Sabía que su madre estaba enfadada, que había llorado y lloraba mucho y que había roto muchas fotografías de cuando sus padres se casaron.
Su madre le contó que su padre había dejado de quererla  porque ahora su papa quería a otra señora. Pero aún así seguía sin entender porque habían tenido que irse de su hogar.
Aquel día Ivan cogió su cometa y sin hacer ruido salio de su casa. Su abuela se había quedado dormida como siempre mirando la televisión, y su madre todavía no había acabado su jornada laboral, por lo que ahora, disponía de algo de tiempo y ese día era perfecto para llevar a cabo su plan.
Desde su antiguo hogar podía ver un edificio muy lejano y alto, y su padre y el jugaban a imaginar que un día irían a visitarlo y descubrirían de que se trataba.  Pero eso era antes de saber que la ciudad, no iba a traerle más que infelicidad.
Con el cambió de domicilio y el tiempo supo que el rascacielos en cuestión era un hotel, muy lujoso, en el que se alojaban frecuentemente personas de mucho dinero y famosas. Pero eso a el no le importaba, su idea era subir arriba del todo y desde allí hacer volar alto su cometa, para que su padre la viera y fuera a buscarlo.
Quería volver a  ver a su padre y volver a su antiguo domicilio, lo necesitaba.
Pesé a varias dificultades consiguió colarse en el hotel y subir a la terraza. Desde tan arriba se sentía una sensación extraña en el estomago, pero estaba decidido, sabía que así su padre le vería.
Soltó la cometa y esta empezó a volar con fuerza, se agitaba y balanceaba rápidamente haciéndosele difícil controlarla, las cuerdas no resistirían mucho más viento de ese tipo, y el casi no podía abrir los ojos por el aire. Aún así siguió dirigiéndola durante un buen rato, hasta que oyó que alguien le llamaba.
Era su madre, había venido a buscarle. Su abuela se había despertado y al ver que no estaba en casa había llamado a su hija, y esta a su vez a la policía.
Aquella noche su padre fue a verlo, había visto la cometa, aunque también había recibido una llamada de su exmujer.
Iván le contó a su padre que quería volver al campo, que se sentía triste, que le extrañaba y que quería que volvieran a ser la familia que eran antes.
La escapada de Ivan, hizo que sus padres volvieran a hablarse, cosa que hacía tiempo que no hacían, y que estos tomasen decisiones de nuevo, que afectarían en adelante a cada uno de ellos.  Pero por suerte, entre otras  muchas cosas decidieron, que la abuela mama y el se volverían a mudar, pero esta vez, al sitio correcto.
Y así, una cálida mañana de verano, al abrir la ventana Iván ya no ve bloques de pisos, ve árboles y naturaleza hasta donde le alcanza la vista, y su corazón se siente de nuevo libre y fortalecido como el corazón de un mirlo que ha sido finalmente liberado.

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